La gammagrafía detecta con gran sensibilidad las reacciones de estrés y las fracturas de este tipo, pero no da una imagen detallada de cada caso que si es posible con la resonancia. El diagnóstico diferencial sería con una sacroileitis o una fractura de estrés del hueso ilíaco. La primera es frecuente pero el dolor es de tipo más inflamatorio y menos mecánico. La segunda da la misma clínica y se diagnostica y trata de forma similar, pero es mucho menos frecuente.
El pronóstico es bueno, al ser un hueso esponjoso y una zona de poco movimiento. Debe evitarse la carrera y el caminar demasiado durante un tiempo variable de unas seis a ocho semanas según cada caso y la evolución. Puede realizarse actividad en descarga como bicicleta y piscina. También es importante hacer una terapia ejercicios de estabilización lumbopélvica. La fisioterapia puede añadir también la magnetoterapia. Si clínicamente buena evolución puede empezarse de forma muy gradual a realizar entrenamientos de carrera a pie. La lesión puede controlarse con nuevos estudios de resonancia magnética, que el único inconveniente que tienen es el gasto que conllevan. La mayoría de los deportistas recuperan el nivel previo de entrenamientos en tres o cuatro meses.